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MORCILLO A LA MILANESA ¡QUE GRANDEZZA!

26 Oct

Yo tenía apenas 12 años y sólo lo había visto de pasada, como de puntillas…, hasta que un día al azar lo cogí de la extensa librería de mi padre. Era una edición especial y sobre la cubierta verde destacaban unas letras plateadas.

Desde la primera página, me conquistó de tal manera que caí rendida por completo. Aprendí tantas cosas…, entre ellas, conocí una nueva tierra, y las ideas que tenía establecidas hasta entonces sobre ella, cambiaron por completo.

Mientras pasaba sus finas hojas imaginaba como era la gente de esa tierra, su luz, el azul del cielo, el olor de las especias y las casas de adobe. El bullicio en los mercados…, y el silencio en el desierto. A medida que avanzaba en la lectura iba encariñándome con ella y soñaba que algún día podría contemplarla con mis propios ojos.

Esa tierra es Egipto…, y mi libro es «El Hakim», (el médico) de John Knittel.

El libro cuenta la historia de un niño copto que se llama Ibrahim. Un niño de humilde familia cuyo sueño es ser un gran Hakim. Mi querido Ibrahim va a culminar su sueño, aunque tenga que escalar montañas de  contratiempos e impedimentos para cumplirlo. Si conseguir un objetivo en la vida implica siempre un esfuerzo, imaginad cuánto empeño y determinación tendría que emplear un niño egipcio de principios del siglo XX, para poder conseguirlo .

Esta historia real me dejó fascinada por un hermoso pueblo, y por un hombre que luchó por un sueño y lo vio cumplido a base de constancia y sufrimiento.

Siempre supe que si un día podía visitar los templos, las necrópolis, las grandiosas pirámides…, sería una experiencia interesante y enriquecedora para mí, que desde hace años devoro los libros sobre el Anciano Egipto. Pero sin haber puesto aún un pie allí…, tenía la certeza de que lo que más tiraría de mí, sería la tierra en sí misma.

Egipto es un País con una luz maravillosa, una tierra que te transporta a épocas lejanas cuando ves arar el campo al límite del desierto, con los mismos aperos que se usaban hace cientos de años. Donde ver un amanecer te llena de regocijo…, y la pobreza está llena de amable dignidad. El egipcio está orgulloso de su tierra y lo lleva escrito en sus ojos, es un orgullo similar al que siente un hijo por un buen padre.

He tenido la suerte de visitar dos veces esta vieja y grandiosa tierra, y no me he sentido defraudada en absoluto…, porque gracias a tí, Ibrahim Gamal el Assiuti, ya había sentido antes esa brisa fresca de la noche. Había escuchado las risas de los niños cuando chapotean en el Nilo. Madrugué para ver nacer el sol cada día…, y de tu mano visité un pueblo con casas de adobe, donde las amables gentes compartieron conmigo su pan y unos dulces dátiles.

Hay libros que me me han aportado momentos deliciosos. Unos me han llenado de regocijo y otros de congoja. Algunos me han instruido y otros han convertido en ociosas las horas en blanco, pero sólo uno vive permanentemente en mi corazón…, y lo hará siempre.

Pasta a la Milanesa:

Ingredientes para 4 personas:

Para un niño se recomienda no pasar de los 100 gr. de pasta al día. Para un adulto la cantidad media es de 150 gr. aproximadamente al día.

  • 500 gramos de pasta seca o fresca (Nidos, spaguettis, tallarines…)
  • 500 gramos de morcillo de ternera (la Milanesa auténtica lleva osobuco)
  • 1 cebolla o mejor, 4 o 5 chalotas
  • 1 diente de ajo
  • Medio vaso de caldo de carne
  • 2 zanahorias
  • 1 tronco de apio
  • Hierbas aromáticas ( tomillo, orégano, albahaca…)
  • 50 gramos de mantequilla. (es lo que le dará su sabor especial y delicioso)
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 200 gramos de tomate triturado para el «sugo»
  • Medio vaso de vino blanco seco
  • Ralladura de limón (opcional, yo no lo he puesto)

Preparación:

Picamos la cebolla, la zanahoria, el ajo y el apio. Preparamos el vino y el caldo que puede ser de huesos de ternera (como el de la receta de ternera con jamón de pato), o un caldo hecho con huesos, apio y zanahoria a fuego lento. También valdría un caldo de los que venden preparados.

Salpimentamos el morcillo y lo pasamos por harina sacudiendo el excedente.

Lo doramos en la mantequilla mezclada con las dos cucharadas de aceite. Cuando la carne esté sellada por todos los lados, la reservamos en un plato.

Si hace falta echamos un par de cucharadas más de aceite, y sofreímos la cebolla. Cuando lleve 3 o 4 minutos incorporamos las zanahorias y el apio. Añadimos las finas hierbas y el vino blanco.

Incorporamos por último el tomate triturado y el caldo.

Añadir de nuevo el morcillo que teníamos reservado, y añadir un poco de agua hasta cubrirlo. Rectificamos de sal.

Tapar y cocer a fuego lento, hasta que la carne se deshaga. Dependiendo del grosor y de lo tierna que sea la carne, puede tardar de 1 a 2 horas aprox. También se puede hacer en la olla a presión y tardaría una media hora.

La carne debe quedar así:

Una vez lista la carne con el «sugo», procedemos a hervir la pasta. Si es fresca la cocemos un par de minutos. Si es seca, según indique el fabricante.

Escurrimos la pasta y dejamos un poquito del caldo de la cocción de ésta, y la volcamos en la salsa de carne. Damos un hervor de medio minuto y retiramos. Servimos inmediatamente acompañado de Grana Padano o Parmesano.